1- Procedemos a
aflojar el tornillo para poder poner la maneta plana.
Nos será más sencillo ponerla
plana porque de esta manera existen menos probabilidades de que salga aceite
del cuerpo de la maneta. En caso de que salga demasiado aceite o entre aire, deberíamos
sangrar el freno.
2- Mover la goma que
cubre el tornillo.
Soltamos el tornillo que une el
latiguillo a la maneta. En este punto es muy importante que la maneta esté bien
firme en el manillar. Por ello comprobamos previamente que el tornillo que lo
sujeta esté bien apretado para que no deslice en el manillar y lo raye.
3- Extraemos el
latiguillo.
Agarramos el latiguillo a 3-4 cm
de la maneta y hacemos un movimiento circular para que se suelte del
alojamiento y con cuidado lo extraemos. No debemos usar ningún tipo de
herramientas, lo único que conseguiremos es dañar el latiguillo. En caso de
estar muy clavado, podemos apretar la maneta del freno (como si fuéramos a
frenar), pero de manera cuidadosa, no con toda la fuerza.
4- Giramos el
manillar y buscamos la medida idónea.
Para obtener la medida correcta
del latiguillo, giramos el manillar. Debemos tener presente que con la maneta
plana la medida que se obtiene es mayor. Por ello calculamos un par de
centímetros más del tope de la rosca de la maneta, ya que también un par de
centímetros van dentro del orificio de la maneta. Un secreto para que no caiga
aceite durante este proceso es poner un dedo en la otra extremidad para crear
un vacío dentro del latiguillo.
Fuente:Solobici.es